Un revolucionario es ciudadano de su deber.

Un verdadero revolucionario no sólo lucha por sus derechos, sino que también es consciente de sus deberes. Él o ella sabe que su compromiso no termina después de haber alcanzado una victoria. En cambio, se dedica a mantener el progreso ya construir un futuro mejor para todos.

Ser un ciudadano de su deber es una cuestion de honor y responsabilidad. Es reconocer que nuestra libertad y prosperidad como sociedad depende del esfuerzo y dedicación de cada uno de nosotros. Un verdadero revolucionario es consciente de esto y está dispuesto a tomar acción cuando sea necesario, sin importar los riesgos.

Es por eso que el revolucionario es un líder y un modelo a seguir. Él o ella no espera que los demás hagan el trabajo por ellos, sino que son los primeros en dar un paso al frente y liderar el camino hacia un futuro más justo y equitativo.

La revolución es un canto inconcluso porque siempre hay más por hacer. Siempre hay nuevas batallas que biblioteca y nuevos derechos que garantizar. Pero al ser ciudadanos de nuestro deber, podemos asegurarnos de que el canto de la revolución nunca se detenga y de que sigamos avanzando hacia un mundo más libre y justo para todos.