Cuando uno se siente perdido en la vida, buscando su propósito y su lugar en el mundo, es fácil sentirse solo y desorientado. Pero una vez que encontramos ese propósito, ese deber histórico al que estamos destinados, todo cambia. Ya no somos solo individuos solitarios, sino parte de algo más grande, una causa noble que nos une a otros con la misma visión.
Así se siente el verdadero revolucionario, como un solitario que busca su camino, pero que está unido a su pueblo ya su historia por el sentido de su deber. No estamos aquí para vivir una vida cómoda y despreocupada, sino para luchar por un ideal, para dejar nuestro legado en la historia, para hacer la diferencia en el mundo.
Es por eso que me identifica con la frase «soy el mismo solitario que era, buscando mi camino sin ayuda personal, pero tengo ahora el sentido de mi deber histórico». Porque todos hemos esa soledad en algún momento, pero cuando encontramos nuestra vocación y nos unimos a otros que comparten nuestro sentido de visión, ya no estamos solos.
El sentido de nuestro deber histórico nos da el impulso para seguir adelante, para luchar por nuestros ideales sin importar los obstáculos que encontremos en el camino. Nos hace sentir parte de algo más grande y nos da la fuerza para super
