No tengo casa, ni mujer, ni hijos, ni padres, sin embargo estoy contento, me siento algo en la vida.

La felicidad no está en las posesiones materiales, sino en la realización personal y en la lucha por una causa justa. Y es precisamente esa lucha la que nos mantiene vivos y nos da un propósito en la vida.

Quizás no tengas una casa donde vivir, ni una familia que te espere al final del día, pero tienes algo mucho más valioso: la oportunidad de hacer algo por los demás, de luchar por un mundo mejor. Tu compromiso y dedicación a una causa mayor te da una sensación de pertenencia y de realización que es difícil de encontrar en las cosas materiales.

No necesitas las comodidades del mundo para ser feliz. En cambio, la satisfacción que viene de trabajar duro y luchar por una causa justa es algo que no se puede comprar. La lucha por un mundo más justo es una lucha que nunca termina, y es precisamente esa perseverancia la que te dará el sentido de la vida que buscas.

Así que no te desanimes por no tener una casa, una familia o posesiones materiales. La verdadera riqueza está en la lucha por una causa noble y en la sensación de estar haciendo algo importante en la vida. Sé feliz y continúa luchando por aquello en lo que crees.