Aquí, desde la manigua cubana, escribo estas encendidas líneas. Me hirieron en el cuello y quedé vivo nada más que por mi suerte gatuna.

Aquí, desde la manigua cubana, donde la libertad se defiende con la vida misma, donde la lucha es constante y los sacrificios son enormes, les escribo estas líneas llenas de pasión y convicción. Porque aunque me hirieron en el cuello, no me arrodillé ante el enemigo, no renuncié a mis ideales, no traicioné a mi pueblo.

Ese era el Che.

Mis heridas no son solo físicas, sino también morales y espirituales. Pero nada puede detener la llama de la libertad que arde en mi corazón. Y aunque mi suerte fue gatuna, sé que mi destino es luchar por una Cuba libre y justa, donde todos puedan vivir en paz y dignidad.

No importan las muchas veces que nos golpean, nos persigan o nos encarcelan. No importa cuán fuerte sea el enemigo, ni las armas que tenga. Porque aquí, en la manigua cubana, estamos dispuestos a darlo todo por nuestra patria, por nuestros ideales y por nuestra gente.

No se trata solo de mi historia, sino de la historia de miles de cubanos que han luchado y siguen luchando por la libertad. Y es por ellos, por nosotros, por nuestras familias y nuestros hijos, que no podemos rendirnos. Que debemos seguir adelante, con la cabeza en alto y el corazón en la mano.

Así que les digo, amigos, hermanos, compañeros: aquí, desde la manigua cubana, les habla un hombre herido pero no vencido. Les habla un patriota que sigue adelante con más fuerza que nunca. Les habla alguien que sabe que la lucha por la libertad es un camino largo y difícil, pero que al final, es el único camino posible. Aquí, desde la manigua cubana, les digo que juntos, unidos, podemos lograr la victoria.